Sexalescencia y The Substance: dos caras de una misma realidad

diciembre 2, 2024

Texto escrito por Amelia Eguiguren

¿Dónde está el límite? ¿Qué seriamos capaces de hacer por conseguir un mejor cuerpo? son solo dos de las miles de las interrogantes que deja la película “La Sustancia”. Este filme, premiado en el Festival de Cine de Cannes por el Mejor Guion, es una crítica explicita y directa al culto de una belleza impuesta por estándares sociales prácticamente imposibles de alcanzar. 

El largometraje, que entra en la categoría de terror, comienza con Elisabeth Sparkle, representada por Demi Moore, siendo despedida de su trabajo como conductora de un programa en que enseña rutinas de ejercicios por cumplir 50 años. La excusa que entrega su jefe, un hombre superficial y ególatra, es que necesitan contratar a alguien joven, “que tenga todo en su lugar” y que no supere los 30. Este golpe de realidad es el principio del fin para la protagonista. 

En ese momento comienza la guerra por la eterna juventud que queda representada por la sustancia que Moore inyecta en su brazo buscando ser una versión “más joven, más bella y más perfecta” de sí misma. De esa transformación surge Sue -interpretada por Margaret Qualley- una joven mujer tonificada, de piel lisa y mirada luminosa, que empieza a generar una fuerte competencia con su versión vieja y original.

La cincuentona Elisabeth y la veinteañera Sue se odian profundamente, aun siendo la misma persona. La primera detesta la versión de sí misma que la jubiló y la segunda, representa su reencarnación en “tiempos mejores”.

A pesar de ser una película de ficción, subyace de ella una realidad tremenda.

Según la encuesta 5C de Cadem, realizada en septiembre de este año, el 64% de los hombres dice estar satisfecho con su cuerpo, mientras el 45% de las mujeres declara insatisfacción. Esa brecha numérica demuestra otro aspecto que evidencia la película: habitamos una sociedad sumamente machista. La escena donde un grupo de hombres de cuello y corbata, accionistas de la empresa que despidieron a Elisabeth y contrataron a Sue, intenta graficar cómo son las tomas de decisiones en el mundo de hoy.

Pero, como todo en la vida, la moneda tiene dos caras. En el último encuentro de Icare, Magdalena Zapata, CEO de L’Oreal Chile, expuso sobre las tendencias en la industria de la belleza y utilizó un nuevo término: sexalescencia.

En un principio, el término nos lleva a pensar en la cantidad de mujeres mayores que intentan -vía cirugías y vestimentas rockeras- hacer un pacto con la eterna juventud, olvidando que la belleza es también reflejo de experiencia, sabiduría, y aceptación de sus propios cuerpos.

Sin embargo, la (escasa) literatura que hay sobre este fenómeno nos indica otra cosa.

La sexalescencia describe la etapa de la vida de los adultos mayores, en general entre 60 y 70 años, que se caracterizan por vivir con una energía y entusiasmo similares a los de la adolescencia. Son personas que llegan a su vejez motivados, con curiosidad e interés por lo que ocurre a su alrededor. Esto, trata sobre la forma de enfrentar la vida, más que quedarse solo en la apariencia.

Con todo, tanto el horror de la película de Coralie Fargeat como esta nueva tendencia en los adultos mayores nos lleva a pensar en las dificultas que enfrentamos las mujeres insertas en una sociedad hiperconectada, tapada de filtros, en la cual el envejecimiento parece estar atado a una condena tan pesada como la silicona.

¿Cuánta importancia le damos a la aceptación del resto antes que a la nuestra?

La monstruosa película nos obliga, una vez más, a reflexionar qué tipo de sociedad estamos construyendo. Si queremos/podemos vivir la vida como nos plazca, o si los patrones descarnados de belleza nos están utilizando para vivir a través nuestro.

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