La Franja y la Tele
junio 11, 2025
Por Francisca O’Ryan
Directora de cuentas Narrativa by Cadem
Frases, slogans, testimonios, imágenes en terreno, música emocional o silencios estratégicos. Así nos veremos envueltos nuevamente hoy con el inicio de la franja electoral de las primarias presidenciales en el oficialismo.
Sus inicios se remontan en septiembre de 1988, donde millones de chilenos sintonizaron sus televisores para ver algo inédito: ciudadanos comunes, políticos y artistas hablándole directamente al país. Y no era cualquier elección. Se trataba del plebiscito que definiría el fin o la continuidad de la dictadura de Pinochet. Esto marcó un hito en la historia de Chile, luego de que la censura había sido norma. Por primera vez en muchos años, se transformó en un espacio de libertad. Y cómo no aludir a la franja del “No”, campaña creativa y esperanzadora que marcó un antes y después, y que hoy sigue siendo un ejemplo de campaña. Fue acto histórico de comunicación política que continúa hasta el día de hoy.
Cada elección en Chile, ya sea presidencial, parlamentaria, municipal o plebiscitaria, revive este hito durante algunos minutos al día -en el periodo que está permitido emitir franjas electorales-. Los televidentes se sientan frente al televisor en horario prime para revivir este rito y no para consumir, sino para ser elector, espectador crítico y protagonista de la democracia.
Pero los tiempos han cambiado. La televisión no juega el mismo rol que antes, la forma de comunicarse cambió y la desinformación es un protagonista en nuestro día a día.
Y es que 76% de los chilenos se informa por WhatsApp, seguido por Facebook (65%) e Instagram (62%). Recién en el cuarto y quinto lugar se encuentra la Televisión abierta (61%) y Televisión pagada (60%), según la encuesta 5C de Cadem de abril de este año. Respecto a la confianza en medios de comunicación, la televisión tampoco lidera. Son las Radios con 70% que generan más confianza en la ciudadanía.
¿Qué nos quieren decir -a gritos- estas cifras? Que estamos frente a un contexto que cambió radicalmente, que la forma de informarnos y consumir medios de comunicación ha tenido un gran giro en los últimos años y que parte de lo anterior requiere adaptación de la franja electoral. Hoy la conversación ocurre en múltiples plataformas, muchas veces sin mediadores y con una velocidad que nos desafía diariamente cruzándose, además, con la desinformación.
Y este giro también lo vienen dando los candidatos hace algún tiempo. Los actuales y también anteriores candidatos -plebiscitos y parlamentarias de los años pasados- han sido activos con sus redes sociales, comunicando sus propuestas con sus audiencias. Un ejemplo es José Antonio Kast, cuyo equipo que ha entendido el uso del espacio digital para acercarse a su público. Lo mismo ocurre con candidatos como Johannes Kaiser que nació en YouTube o también Carolina Tohá, en sus plataformas digitales con formatos cercanos y entrando a un lado más íntimo que tiene como fin, convocar a los votantes. De todas formas, debemos excluir LinkedIn. No está en la tónica ni estrategia de los actuales candidatos -habría que ver cuál es la lógica detrás de no querer acercarse a ese público-.
La franja electoral, tal como la conocimos, sigue siendo un símbolo importante para nuestra democracia, pero si queremos que siga cumpliendo su propósito en esta nueva era, no solo basta con transmitirla en televisión. Estas deben ampliarse de manera responsable y habitar en los espacios donde realmente se genera conversación hoy. Lo anterior no significa renunciar a un debate responsable, todo lo contrario, significa asumir el desafío ya no es solo comunicar, sino que conectar en un contexto que abunda la desconfianza y sobrecarga de información.
La franja electoral en el Chile del ’88 fue un hito democrático. Hoy el desafío debe ser lograr permear ese mismo espíritu en nuevas plataformas: conectando donde están las audiencias hoy. Con la misma convicción, ímpetu, creatividad y espíritu democrático que el de sus inicios.
Debemos entender el mundo en el momento que nos encontramos y comprender que la forma de comunicarnos e informarnos cambió. No todo se puede dejar a la televisión, pero tampoco al mundo digital. Necesitamos un equilibrio, una ampliación para llegar a la ciudadanía. Necesitamos extender a más plataformas la franja electoral a los tiempos que vivimos.