Dry January

enero 29, 2025

Por Francisca Feuerhake
Directora creativa de Narrativa by Cadem

Hace ya dos años descubrí en Instagram la cuenta @zonalibredealcohol, donde su dueña, Manuela Iturrieta, ha formado una comunidad de 119 mil seguidores que han dejado de tomar o que simplemente la siguen para ver si un “dry january” (enero sin consumir alcohol) o una “dry life” es posible.  

Para muchos, el alcohol está encarnado profundamente en nuestras tradiciones y costumbres. Las costumbres particulares varían levemente de una familia a otra; mis padres tomaban una copa de vino todos los días a la hora de comida, mientras que mis suegros solo toman en situaciones sociales. Algunas amigas toman cerveza después del trabajo para relajarse, y a mí no se me ocurriría hacerlo, no por un tema de salud, sino porque no tengo la costumbre, a pesar de haber visto a mis padres “relajándose” con una cerveza o un vino toda mi vida. 

Sin embargo, a la hora de salir, mi trago elegido es la piscola o el tequila. Cuento todas estas infidencias alcohólicas para decir que el consumo de alcohol es sumamente personal y difícil de encasillar, por lo que también es difícil de apuntar con el dedo a alguien que tiene problemas con el alcohol o que es de frentón alcohólico.  

Manuela Iturrieta, en su Instagram, subió hace unos días una seguidilla de historias haciendo la siguiente pregunta: ¿por qué creen que es tan difícil identificar si tenemos un problema con el alcohol? Las respuestas del público fueron, en su mayoría “porque está normalizado”. Luego, Manuela publica una foto de un hombre borracho tirado en la calle con la siguiente leyenda: “solemos pensar que esta persona tiene problemas con el alcohol” y luego publica una selfie de ella misma en el pasado, sosteniendo una piscola en una noche de carrete, y dice: “Y pensamos que esta no tiene problemas…porque ésta tiene una vida funcional, y no toma todos los días. Sin embargo, cuando sale apaga tele, se borra, se arrepiente de lo que hizo, se propone tomar un trago y termina tomándose una botella. Pero tiene una vida ‘funcional’ igual que todos”. Luego, ofrece recursos de ayuda para salir del loop infinito del alcohol-caña moral-nueva borrachera que tanto complica tanto a personas como a familias enteras.  

Tomar en exceso es, indiscutiblemente, malo para la salud. El alcohol se ha asociado durante mucho tiempo con ataques cardíacos, enfermedades hepáticas, accidentes cerebrovasculares y obesidad. Los borrachos tienen más probabilidades de verse involucrados en peleas o accidentes. El alcohol es adictivo, y la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo responsabiliza de una de cada 20 muertes en el mundo. El vínculo con el cáncer es menos conocido por la mayoría de las personas. Según las estadísticas del Dr.Vivek Murthy, ex cirujano general de Estados Unidos, las mujeres que toman ocasionalmente tienen un riesgo de por vida de aproximadamente 16.5% de desarrollar varios tipos comunes de cáncer, mientras que aquellas que consumen una bebida al día —el máximo recomendado en Estados Unidos— tienen un riesgo del 19%. 

A medida que se acumulan las evidencias sobre los daños del alcohol, los mensajes de salud pública se han vuelto más contundentes. La OMS afirma tajantemente que no existe un nivel seguro de consumo de alcohol. Las directrices estadounidenses indican que quienes no toman no deberían empezar «por ninguna razón». En 2023, Canadá publicó directrices que recomiendan un máximo de dos bebidas (aproximadamente dos latas de cerveza) a la semana para quienes desean mantenerse en la categoría de «bajo riesgo», frente a las 15 bebidas semanales para los hombres y 10 para las mujeres que se recomendaban anteriormente. El problema con estas reglas tan tajantes es que no son bien recibidas por la población.

En general la gente tiende a la moderación más que a la abstinencia, pero el terreno de lo moderado es vasto. Moderación para un hombre de 90 kilos y 1 metro 80 de estatura es distinto que para una mujer de 60 kilos y 1 metro 60. ¿Cuál es la moderación para una embarazada? Hasta en esa población, algunos doctores sugieren que una copita de vino no es tan nociva en las etapas tardías de embarazo, ya que el estrés de la madre podría ser más nocivo que el mismo alcohol que pudiera llegar al feto. Esa misma teoría podríamos aplicarla a cualquier persona: si no tomar te va a aislar y dejarás de ver a tus amigos, quizás es mejor tomar menos y no dejarlo del todo. Por supuesto que lo mejor sería lograr pasarlo bien en un contexto social y nocturno sin tomar, pero eso requiere de un esfuerzo no solo volitivo, sino una profunda autoexaminación del por qué necesitamos el alcohol para pasarlo bien, y eso se logra con terapias psicológicas que son más costosas en cuanto a tiempo y plata.  

Sin dudas el alcohol está en todos lados y será difícil asustar a la población lo suficiente como para que dejen de tomar del todo, pero sí se pueden hacer campañas estratégicas para atajar a los que todavía no comienzan o no están demasiado acostumbrados. En los paseos de curso de varios colegios ya no está permitido que los apoderados tomen frente a sus hijos, pero se sabe que rara vez esta regla se respeta. “Tomar una cervecita” está asociado a bienestar, diversión e incluso juventud, y tomará mucho tiempo dar vuelta esa percepción.  

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