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mayo 8, 2025

Por Catalina Fuenzalida
Creativa audiovisual

Hace unas semanas, un artículo del New Yorker recordaba el movimiento Ludita en Inglaterra. En la década de 1810 -cuando en Chile estábamos prontos a vivir la primera junta de gobierno- multitudes de hombres comenzaron a atacar fábricas textiles. ¿Su objetivo? Quemar y deshacerse de las modernas máquinas que amenazaban sus salarios y calidad de vida.

Después de años de esfuerzos por conseguir mejores condiciones, el movimiento terminó disolviéndose y entre 1820 y 1845, el número de tejedores se desplomó de 240.000 a solo 60.000.

Todo cambio radical da miedo.

La historia de los Luditas suena bastante trágica, pero inventos como las máquinas textiles terminaron facilitando y elevando nuestra calidad de vida.

La integración de la IA generativa a nuestra cotidianeidad viene a recordarnos lo que pasó con los artesanos textiles en el 1800. Según Goldman Sachs, la IA podría poner en riesgo a 300 millones de trabajadores a nivel mundial.

La crisis laboral que generó la revolución industrial no se resolvió rápidamente, pero décadas después, en el caso de Inglaterra, el gobierno aprobó proyectos como el aumento de la educación pública, regulación de horas de trabajo y creación de una red de seguridad social. Conceptos con los que ya estamos familiarizados y que funcionaron.

En Chile están en riesgo cerca de 2,6 millones de empleos (según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo), y un 28% de las ocupaciones se verá afectada por la IA.

Como ya hemos dicho antes en este mismo blog, tenemos que aprender a usar la IA como una herramienta más, y no como un reemplazo. De hecho, en el estudio Inteligencia Artificial Generativa: Oportunidades para el Futuro del Trabajo en Chile se llega a la conclusión que en promedio, un 48% de las actividades de un trabajo son acelerables. Usar un IA generativa aumenta la productividad, pero, -por suerte- aún no es capaz de reemplazar por completo a un humano.

Quizás logramos mantenerlo como un ayudante, pero es imposible pensar que hay trabajos que no van a ser completamente reemplazados. Por esto, la pregunta de cómo enfrentarse a la crisis de empleo que se va a producir, va más allá de las empresas y las personas. Así como a largo plazo los luditas lograron cambios en políticas públicas, seguramente en unos años más vamos a ver una segunda versión de eso en distintos países del mundo.

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