Wirkin Bag
enero 6, 2025
En 1981, en un vuelo de Air France, viajaba una joven Jane Birkin al lado del CEO de Hermes, Jean-Luois Dumas. Jane, con icónica chasquilla y su estilo francés perfectamente descuidado y relajado, dejó caer su cartera de paja esparciendo todo su contenido en el suelo. Jean Louis, creador de carteras, le pregunta por qué no usa algo más práctico, que no se deshaga y no esté siempre abierto.
Jane, entonces, le explicó que se le hacía muy difícil encontrar una cartera que mezclara funcionalidad con elegancia: la mayoría de los bolsos elegantes eran muy chicos para una mamá que tiene que llevar juguetes, tutos, chupetes y pañales adonde vaya. Jean-Louis quedó encantado con esta queja tan realista y poco pretenciosa: tenía el perfecto desafío para inventar una cartera que cumpliera todos los requisitos de la it girl del momento. En una bolsa de papel para vómito del avión, Jane hizo una especie de boceto de cómo sería una cartera práctica para ella, y más tarde Dumas crearía lo que hoy conocemos como la Birkin Bag, bautizada en honor a Jane Birkin y a sus necesidades cotidianas de mujer ocupada.
Pero la practicidad del bolso no tenía nada que ver con el precio y el marketing que llegaría después: el bolso Birkin tiene un valor de entre 10 mil y 500 mil dólares, hay una lista de espera de 4 años para algunos modelos, y se programa la escasez del producto para generar la sensación de exclusividad. Las aspiraciones prosaicas de Jane, de tener un bolso práctico y funcional, chocan con la excesiva dificultad para la mayoría de las mujeres de acceder a esta cartera, que se ha transformado en un símbolo de estatus en Europa y Estados Unidos, donde celebridades como Kylie Jenner las coleccionan y cuidan como cálices sagrados.
Después de generar esa idea creativa garabateada en un avión, Jane recibió una Birkin de regalo. En internet hay muchas fotos donde la vemos acarreando un bolso estructurado, negro y desgastado, lleno de adornos colgantes y stickers, atiborrado de libros, pañuelos, maquillaje y una serie de cachivaches. Jane, siendo consecuente con sus deseos, usó su Birkin para acarrear de todo, “profanando” en cierto sentido el lujo de sus materiales: cada cartera está hecha con pieles de altísima calidad, como cuero de ternero, cocodrilo o avestruz, y adornada con herrajes de oro o paladio. Detalles como las costuras selladas, el cuero suave pero resistente y el hardware personalizado aseguran su durabilidad y prestigio. A Jane parecía no importarle nada de esto, y la sencillez con la que trataba un bolso carísimo la erigían aún más como un ícono de la elegancia francesa. A pesar de estas fotos, que reciben gran ovación entre el público femenino que idolatra a Jane Birkin y que anhela algún día tener una de las carteras de Hermes, la musa de los 70 dijo en varias entrevistas que no usaba mucho la cartera debido a su peso y tamaño.
Efectivamente, un bolso de cuero de 35 centímetros, con fuelle, forro, un candado y hebillas de oro, no puede ser liviano. Si lo llenamos de cosas, tenemos unos buenos kilos que acarrear por la ciudad. Jane, consecuente con sus prioridades, fue sincera al decir que no era un bolso para todos los días. Sin embargo, la Birkin Bag sigue siendo un símbolo inequívoco de prestigio, elegancia y sobre todo, plata. Quienes tienen una Birkin original le entregan al mundo el mensaje de que pueden comprarla, aun cuando valga lo mismo que un auto o una casa. Es, en parte por eso que ha generado tanto revuelo la aparición de la Wirkin Bag, la imitación (también de cuero, pero no tan exclusivo) de Walmart.
La cartera es tan similar, y a un precio tan económico (80 dólares), que se agotó en pocos días de las góndolas de Walmart. Tiktok está lleno de videos de unboxing de la Wirkin y las comparaciones con la original la dejan bien parada: no es una copia “charcha”, está bastante bien lograda. Muchos compradores aprovecharon el ofertón para hacerse de su primera Birkin y quizás imitar a Jane y a las hermanas Olsen que la usan a diario, para llevar de todo, y colgarle todo tipo de “charms” y adornos. Birkin se transforma, así, en una cartera más, lo que dio origen a discusiones en torno a si es o no es ético copiar un diseño para hacerlo más accesible a las masas. Han aparecido amantes de la moda, que han hecho un esfuerzo sobrehumano para comprar una Birkin original, molestas porque su símbolo de riqueza ya no va a ser tal: cuando salen buenas imitaciones de marcas de lujo y la mayoría de la gente las puede usar, la exclusividad no solo se acaba, sino que a veces se da una vuelta en 180 grados y se transforma en mal gusto. Hoy en día no es tan raro ver mujeres caminando con carteras Chanel, Louis Vuitton o Godyard en el día a día, porque podrían ser falsas. Ya no nos dicen nada de quien las ocupa, por lo tanto las marcas tienen que esforzarse más para generar pequeños símbolos de diferenciación que tranquilicen a sus compradores y puedan seguir sintiéndose parte de una elite privilegiada con acceso a lo escaso.
Probablemente, los ejecutivos de Hermes no estén tan alarmados con la llegada de la Wirkin, y sigan confiando en las tradicionales técnicas de marketing: su lista de espera mítica y su escasez planeada. Y probablemente el círculo de compradores y coleccionistas de Birkin Bags se pongan aún más exigentes al observar otras carteras, atentos a detectar cualquier costura levemente chueca, que revele la copia, y así poder discriminar correctamente quién es y quién no es parte del selecto club.